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jueves, 21 de enero de 2010

El cuerpo tendido en la cama.

La mitad de la cara sobre de las manos, la respiración es rápida e interrumpida por el llanto. Las lágrimas recorren la nariz y se pierden en la boca. Las manos temblorosas esperan a que pase el dolor, no lo recordaba, pero lo había sentido al terminar de jugar baloncesto. Entumidas y rígidas, hinchadas de haber golpeado algo que se quiere.

Una pierna sobre sale de la cama y siente tensión en la rodilla.

La cabeza aunque adolorida, no deja de pensar en lo sucedido, no cree que ésta sea la forma correcta de solucionar las cosas. El pulso regado en manos, brazos y cabeza se hace menos notorio.

Los ojos aún húmedos se entrecierran, pareciera que las lágrimas los arrullaran. El dolor en la nuca se hace más fuerte. Lo peor de todo es la sensación de vergüenza y rencor.

Entonces la vista cansada le pide al cuerpo que la deje descansar, cerrando así, los ojos, tranquilizándose, subiendo la pierna a la cama y apoyando ahora la cabeza en el brazo izquierdo.


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