Ni siquiera intento abrir los ojos
para poder reconocerte,
el fresco aroma de tu cuerpo
me revela tu identidad.
Siento al acariciar tu rostro
el color de tu piel
y saboreo lentamente
tus labios de miel.
Miel que al emanar de tu cuerpo
me revitaliza en cada encuentro
me llena de tanta armonía
que el simple roce de tus manos
me lleva a mi sueño de libertad.
Tus brazos
un gran cobijo
que me hacen sentirme segura
aún en la pesadilla más larga y cruel.
Una verdadera pesadilla
sería no tenerte a mi lado
estirarte mi mano
y no poderte alcanzar.
No es fácil decírtelo
me es más fácil recitarlo
escribírlo al viento
y regalárselo a la mar.
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